"Exactamente, ¿Qué es un APOSTOL?"
Capítulo 2
Apóstoles de la Iglesia Primitiva
Los Doce
Justo antes de que Jesús escogiera los doce apóstoles de aquellos que, al mismo tiempo, eran sus discípulos, dijo: "A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies." (Mateo 9:37-38). Lo que El estaba a punto de hacer era tan significativamente monumental, que Lucas 6:12-13, nos dice que Él pasó toda la noche orando a su Padre antes de hacer su elección final. Pero, ¿Por qué fueron doce apóstoles? ¿Hay algo significativo en el número real de los hombres que Jesús escogió?
Después de escoger los apóstoles, Jesús les mandó: "…Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino íd antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mateo 10:5-6). Su mandamiento inicial contiene mucha más información que simplemente hacer referencia a su papel en el tiempo. Él, en primer lugar, no solamente los envió a las doce tribus de Israel, sino que, más tarde, refinó este papel por medio de definir lo que sus posiciones iban a ser a su regreso, dentro del Reino de Dios.
En Mateo 19, Cristo dijo: "…De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Mateo 19:27-28). La razón por la que había doce apóstoles era porque había doce tribus de Israel. Cada apóstol está destinado a ser el gobernador sobre una tribu específica. No es de asombrarse de por qué Cristo pasó una noche entera en oración, antes de hacer tan grande decisión.
Vemos esto aún en Apocalipsis donde información adicional es dada: A Juan le fue mostrada una visión de la Nueva Jerusalén, la cual, tenía "12 puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel… Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero" (Apocalipsis 21:12, 14).
Vemos aquí, que los nombres de los Doce Apóstoles están acuñados en los mismos fundamentos de la Nueva Jerusalén. Estos fundamentos soportan los muros, y contenidos entre los muros hay doce puertas que dan acceso a esta ciudad espiritual - cada puerta es identificada con una tribu específica dentro de Israel. Esta visión da más clara evidencia del papel vital que Dios tiene para los Doce Apóstoles - proveyendo fundamentos espirituales por cada una de las doce tribus de Israel.
Remplazo de Judas Iscariote
La razón por la que los Doce Apóstoles entendieron su posición en el adoctrinamiento de Israel, debe haber sido porque Cristo había estado claramente instruyéndolos: [el libro de] Hechos nos dice que: "Hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido… y hablándoles acerca del keino de Dios" (Hechos 1:2-3).
Habiendo sido instruidos por Cristo, obviamente sus mentes estuvieron en el futuro reino y las posiciones de gobierno que habían sido prometidas a ellos dentro de éste. Los apóstoles preguntaron, "…Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (Hechos 1:6). Esta es también la razón por la que, una de las primeras cosas que se necesitaba hacer, después de la muerte y resurrección de Cristo, era remplazar a Judas Iscariote, pues era importante que el número Doce fuera preservado: "Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles" (Hechos 1:26).
Si notamos cómo esta suerte era echada, nos encontramos otra vez con que fue Dios no los mismos discípulos quien escogió el reemplazo de Judas Iscariote. Siempre debe ser Dios el que envía un verdadero apóstol. Lo que encontramos en Hechos 1:21-22 es el criterio básico que le permitía a alguien ser considerado por Dios en el papel de reemplazo, pues la persona necesitaba también actuar como testigo del ministerio completo de Cristo sobre la tierra: "Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección" (Hechos 1:21-22).
Parece que sólo dos individuos llenaban los requerimientos: José, llamado Barsabás, quien tenía por sobrenombre Justo, y Matías. Ellos, entonces, oraron y pidieron a Dios que escogiera entre ellos: "…Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado… y la suerte cayó sobre Matías" (Hechos 1:24,26).
Una vez más, fue Dios quien escogió, y Dios quien envió - no los discípulos!
Más que Los Doce
De hecho, Los Doce eran muy especiales. Pero, también es claro de las escrituras que el Apóstol Pablo fue considerado como un individuo especial escogido por Dios y específicamente enviado a los Gentiles como apóstol. No obstante, hay también mencionados otros varios apóstoles en las páginas de las escrituras, demostrando claramente que el término "apóstol" no estaba limitado a Los doce y a Pablo.
En Mateo se nos dice que Cristo tuvo un hermano llamado Jacobo (Mateo 13:55). Jacobo, hermano de Cristo, también es descrito más tarde por Pablo, en Gálatas, como "apóstol": "Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor" (Gálatas 1:19). Es muy claro que él lo era, además de los doce. Uno de los doce fue llamado también Jacobo, el hijo de Zebedeo, y había otro Jacobo - El hijo de Alfeo. Sin embargo, claramente, ninguno fue Jacobo, "el hermano del Señor," o él habría sido descrito como Jacobo, el hijo de José (el "padre" humano de Cristo).
En Hechos 14, Bernabé es mencionado como apóstol (uno enviado): "Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto?" (Hechos 14:14-15). En este caso, Pablo y Bernabé habían sido "enviados" por Dios para un propósito específico. En Hechos 13 encontramos a ambos, Pablo y Bernabé, que están siendo seleccionados por Dios, y enviados, entonces, a un área particular "por el Espíritu Santo" (Hechos 13:4).
En Romanos 16, son mencionados dos individuos: Andrónico y Junias. Hay diferentes formas de traducir este pasaje, pero es posible que estos fueran apóstoles (enviados) por razones específicas. Sin embargo, no se nos ha dado ningún detalle: "Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo" (Romanos 16:7).
Falsos Apóstoles
Una de las más claras indicaciones de que había varios apóstoles más que los Doce y Pablo, en la primitiva Iglesia, es el hecho de que "falsos apóstoles" son mencionados. Si el oficio de apóstol estaba restringido a los Doce y a Pablo, entonces falsos apóstoles no podrían haber engañado a nadie. Es claro, de las escrituras, como las dos que se citan abajo, que este no era el caso:
"Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo" (II Corintios 11:13).
"Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos" (Apocalipsis 2:2).
Juan el Bautista
Existe un individuo que, a primera vista, nadie pensaría que hubiera cumplido un papel apostólico; pero Juan el Bautista es único en esta consideración, puesto que él precedió a Cristo distinto de los doce. La razón por la que es importante reconocer este aspecto de Juan el Bautista es que él fue descrito por Cristo como tipo de uno profetizado a venir justo antes de su segunda venida. Este último cumplimiento está profetizado tener un papel similar, en cuanto a ser enviado antes de Cristo, para preparar un pueblo para el regreso de Cristo. Por esto, el tema del apostolado es absolutamente vital para el verdadero pueblo de Dios hoy.
Dos cosas indican el papel apostólico de Juan el Bautista. Primero es la terminología usada dentro de las profecías prediciendo su llegada: Dios dice: "He aquí, yo envío Mi mensajero, el cual preparará el camino delante de Mí…" (Malaquías 3:1) y He aquí, yo os envío el profeta Elías…! (Malaquías 4:5-6). Estas escrituras demuestran que Juan el Bautista iba a ser enviado por Dios - el mismo significado del título: "apóstol".
El segundo aspecto es la manera en la que Cristo Mismo se refiere a Juan: "Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque este es de quien está escrito: He aquí, yo envió [del Griego: apostello] mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti" (Mateo 11:9-10). Cuando este versículo es entendido a la luz de los oficios corrientes dentro de la Iglesia: …Primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros… (I Corintios 12:28), entonces vemos que el único papel más grande que profeta es apóstol. Por lo tanto, Cristo parece implicar aquí un papel como de apóstol, el de Juan el Bautista.
Juan el Bautista fue "enviado" para hacer un trabajo específico. Él es también el tipo de un apóstol (uno enviado) que está profetizado. Este individuo último está profetizado que aparezca al tiempo del fin, cuando un pueblo elegido de Dios debe ser preparado como parte del propio Templo viviente, al cual Cristo va a retornar. La existencia de este apóstol del tiempo del fin será cubierta después, en el capítulo octavo de este folleto.
En Resumen
La razón por la cual Cristo escogió los doce apóstoles es que cada uno ha de gobernar una tribu específica de Israel en el Reino de Dios. Pablo fue también seleccionado por Dios y enviado a los Gentiles.
Sin embargo, había varios apóstoles más que sólo los doce y Pablo. Aunque Juan el Bautista precedió a Cristo, también él fue "enviado" [del Griego: apostello] y fue descrito por Cristo como, "más que profeta". Más importantemente: Él fue el cumplimiento típico (un Tipo) de otro individuo que fue también profetizado. Este individuo iba a ser "enviado" (del Griego: apostello) poco antes del regreso de Cristo, para preparar específicamente un pueblo (un templo santo) para ese regreso, y fue profetizado para restaurar todas las cosas, justo antes del fin.